Lucia di Lammermoor de Gaetano Donizetti, en el Teatro de la Maestranza

Entre la locura y la razón, Lucia, esplendor de Donizetti

Un título imperecedero, pura esencia del “bel canto”, que por su complejidad, intensidad dramática y exigencia técnica sólo está al alcance de las mejores voces, Lucia di Lammermoor de Gaetano Donizetti (1797-1848), abre la temporada lírica del Teatro de la Maestranza en una producción de la Deutsche Oper Berlin con dirección musical del veneciano Renato Balsadonna, de amplia experiencia operística también como director de coros, por ejemplo, de la Royal Opera House, al frente de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (ROSS) y del Coro de la Asociación de Amigos del Teatro de la Maestranza. La emergente soprano sevillana Leonor Bonilla y el tenor José Bros, siempre aplaudido en este Teatro, encabezan el reparto del título que, a mediados del siglo XX, supuso el “renacimiento” de Donizetti, un compositor entonces olvidado. 

Lucia di Lammemoor, ópera en tres actos sobre libreto de Salvatore Cammarano basado en una novela de Sir Walter Scott, estrenada en 1835 en el Teatro San Carlo de Nápoles, es una tragedia de coloraturas encendidas y bellas y elegantes melodías que narra la trágica historia de amor entre Lucia y Edgardo, separados por odios familiares, en Escocia hacia 1700. Aunque con otro desenlace, al parecer la novela de Scott está basada en un hecho real ocurrido en Escocia durante el siglo XVIII.

El personaje de Lucia, un ser apasionado y sensible amenazado por graves presagios que cree presenciar apariciones de fantasmas, domina el drama y estalla, tras derrumbarse al cabo de innumerables tensiones, en una de las escenas más intensas y difíciles de toda la literatura operística: el aria de la locura de Lucia, de gran lucimiento y reto para la soprano, que Donizetti acompaña musicalmente con maestría. Estrenada por la prima donna Fanny Tachinardi-Persiani, “Lucia…” gozó inmediatamente de un gran éxito internacional y contribuyó poderosamente a multiplicar la figura del tenor, gracias a un personaje, Edgardo, que por su intensidad anticipa a los grandes héroes para tenor de Verdi.

Lucia di Lammermoor de Gaetano Donizetti, en el Teatro de la Maestranza | Toda la Música

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Sin embargo, sucesivas variaciones y reducciones en la partitura, incluidos severos cortes de escenas –como el mismo final, que ha llegado a darse con la escena de la muerte enloquecida de Lucia- fueron resintiendo el prestigio de la obra. Estos cortes contrastaron con la intención de Donizetti de darle mayor relieve al tenor concediéndole algo insólito en la época: una escena final con recitativo, aria y cabaletta que “compitiera” musical y emocionalmente con la escena de “la locura” de Lucia, auténtico climax de la obra. Asimismo, el aliento pasional que subyace en la mayoría de las obras de Donizetti, cuaja en “Lucia…” con la gran elegancia y belleza de la melodía, así como en súbitos giros armónicos y figuras cromáticas de gran riqueza, sumadas al empleo de un instrumento tan inusual como el armónico de cristal -sustituido generalmente por una flauta- que acentuaba la atmósfera de irrealidad y misterio de una ópera que se desenvuelve en la frontera entre el sueño y la razón.

No obstante el aura intensamente romántico del título, el drama de Lucía es visto hoy como un ejemplo nítido del sufrimiento de una mujer aprisionada por una sociedad masculina que maniobra contra sus deseos y su amor, lo que le arrastra a refugiarse en un universo de fantasía. Fue, precisamente, “Lucia…” la ópera que, a finales de los años 50 del siglo XX, desencadenó el “renacimiento” de Donizetti, un compositor entonces olvidado pese al gran éxito que gozó en vida.

En suma, uno de los títulos imperecederos del “belcanto”, a cargo de un gran reparto cuajado por algunas de las voces españolas con más proyección del momento. La soprano sevillana Leonor Bonilla, de 30 años, acaba de confirmar su momento ascendente ganando el Concurso Viñas exhibiendo “su bella coloratura y agudos luminosos”, según la crítica. José Bros (Barcelona, 1965), que en 2017 celebró sus 25 años de carrera en el Liceu, es un gran tenor consagrado internacionalmente por su canto belcantista.

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Intérpretes

Lord Enrico Asthon: Vitaliy Bilyy
Miss Lucia: Leonor Bonilla
Sir Edgardo di Ravenswood: José Bros
Lord Arturo Bucklaw: Manuel de Diego
Raimond Bibedent: Mirco Palazzi
Alisa: María José Suárez
Normanno: Gerardo López

Real Orquesta Sinfónica de Sevilla
Director artístico y musical: John Axelrod

Coro de la A.A. Teatro de la Maestranza
Director: Íñigo Sampil

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El argumento

La acción trascurre en Escocia a finales del siglo XVI, en el trasfondo de las luchas entre facciones rivales y en el contexto de las guerras entre católicos y protestantes. Los Ashton, desde hace ya mucho tiempo, han suplantado a sus rivales los Ravenswood (partidarios de María Estuardo) y toman posesión de su castillo situado en las proximidades de la ciudad de Lammermoor.

Primera Parte: La partida

Acto Único

En los jardines del castillo de Ravenswood, Normanno, montero mayor de Enrico Ashton (hermano de Lucía), ordena a su gente que averigüe quién es el extranjero que ha sido visto en varias ocasiones, justo antes del amanecer, en los alrededores del castillo. Tras la partida de los cazadores, llegan Enrico y Raimondo, el capellán. Enrico se lamenta de su situación cada vez más desastrosa y piensa que sólo su hermana, aceptando un matrimonio ventajoso en el plano político, podrá consolidar su posición. Pero Lucía rechaza la unión que le es propuesta. Raimondo recuerda, con diplomacia, que quizá es la muerte de su madre la causa de ese rechazo, teoría que Normanno desmiente, atribuyendo la razón al hecho de que ama a otro hombre, Edgardo, Lord de Ravenswood y enemigo jurado de Enrico. Éste da rienda suelta a su ira y, cuando uno de los cazadores que regresa confirma la sospecha de Normanno, jura romper los vínculos que unen a su hermana con Edgardo.

Junto a un pozo en el parque del castillo de Ravenswood, Lucía, con su dama de compañía Alisa, espera impaciente la llegada de Edgardo. Al ver el pozo, recuerda que en este lugar una mujer fue apuñalada por su amante, un Ravenswood como Edgardo, y que en el fondo de este pozo su cuerpo yace insepulto. Lucía cuenta a Alisa que ella misma ha visto recientemente al espectro de la víctima surgir del pozo. Interpretando esto como un mal presagio, Alisa le exhorta a que olvide a Edgardo. Sorda a esta advertencia y presa del éxtasis, Lucía se declara convencida de que el amor de Edgardo le traerá la felicidad eterna.

Llega Edgardo, anunciando que debe partir inmediatamente hacia Francia pero que, antes de ello, va a pedir a Enrico la mano de la muchacha. Temiendo la reacción de su hermano, Lucía pide a Edgardo que mantengan su amor en secreto. Edgardo explica que él juró no hace mucho vengarse de la familia de Lucía, responsable de la muerte de su padre, pero sus sentimientos por la muchacha le impiden llevar a cabo ese juramento. Los dos amantes se separan, pero antes intercambian anillos como compromiso de su amor.

Segunda Parte: El contrato de matrimonio

Acto Primero

En los aposentos de Lord Ashton. Han pasado unos meses y, durante este tiempo, Normanno ha interceptado todas las cartas de Edgardo en cumplimiento de la orden que recibiera, y Enrico ha arreglado la boda de su hermana con Arturo Bucklaw. Normanno presenta a Enrico un falso documento preparado que acusará a Edgardo de infidelidad, con lo que esperan que Lucía, viéndose traicionada, consienta en desposarse con Arturo.

Normanno sale para dar la bienvenida a Arturo y a los invitados a la boda. Enrico pregunta a Lucía, que acaba de entrar, por qué está tan pálida y triste el día de su boda. Lucía le reprocha con vehemencia su falta de humanidad y le recuerda que está prometida a otro. Es entonces cuando Enrico exhibe la carta falsa y advierte a la muchacha de que si se niega a unirse a Arturo, él caerá en desgracia y su espectro la aterrorizará por siempre.

Cuando Enrico sale, llega Raimondo, el capellán, que interroga a la joven sobre el prolongado silencio de Edgardo. Evocando la memoria de la madre de Lucía, acaba por conseguir que ésta acceda a casarse con Arturo.

En una sala engalanada, el coro recibe a Arturo y predice un futuro más dichoso para la familia Ashton. Enrico trata de preparar a Arturo por el particular humor de Lucía, haciéndole entender que la muchacha está afligida por la muerte de su madre. En compañía de Raimondo y Alisa, entra Lucía, indiferente a lo que sucede a su alrededor, y acaba por firmar el contrato. De repente, hace su entrada Edgardo, que viene para reclamar a su prometida, lo que provoca una reacción de todos los personajes frente al giro inesperado que toman los acontecimientos. Enrico, Arturo y Edgardo desenvainan la espada pero Raimondo se interpone y muestra a Edgardo el contrato de matrimonio. Éste, después de que Lucía admita haber firmado el documento, recupera el anillo de compromiso que le diera y maldice a la muchacha y a su cruel destino.

Acto Segundo

En una sala en la torre de Wolferag, a pesar de una violenta tormenta, Enrico ha acudido a verse con Edgardo para desafiarle a duelo. Éste acepta e, impacientes por vengar el honor de sus respectivas familias, ambos adversarios esperan el día para enfrentarse entre las tumbas de Ravenswood.

En la sala de recepción del acto anterior, las celebraciones del matrimonio están en su apogeo cuando entra Raimondo y ordena que cese todo. Revela a los invitados que, en un acceso de locura, Lucía ha asesinado a Arturo. La joven entra ahora, desgreñada, el vestido manchado de sangre, y con evidentes signos de locura, que en su delirio se imagina finalmente unida a Edgardo; ve el pozo y al espectro que acude a separarlos, pero de pronto este lugar se convierte en el altar ante el cual va a casarse con Edgardo.

Cuando Enrico irrumpe para interesarse por el asesinato, Lucía le toma por Edgardo y corre hacia él pidiéndole perdón por haber consentido en unirse con Arturo y predice que pronto rogará al cielo por él. Cuando, moribunda, se la llevan, Raimondo, estremecido de horror, se vuelve hacia Normanno y le hace responsable de esta tragedia.

En las tumbas de Ravenswood, convencido de que Lucía ha hallado la felicidad casándose con Arturo, Edgardo se prepara para el duelo, esperando impaciente la muerte. Imagina que pronto se reunirá con sus ancestros reposando bajo las tumbas que le rodean. Pero ahora recibe la noticia de la inminente muerte de Lucía: la boda le ha hecho perder la razón y su último deseo es ver a Edgardo. De repente, se oye el repique de la campana y, la llegada de Raimondo, viene a confirmar que la muchacha ha entregado el alma. Abatido por el dolor, Edgardo expresa la esperanza de que, separados en la tierra, se hallen reunidos finalmente en el cielo. Luego, ante el triste cortejo fúnebre, se apuñala y muere.

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Nota de prensa completa

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Programación de octubre

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NdeP – Comunicación Teatro de la Maestranza

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