La cita era en el Pachinko del Centro Botín, esas escalinatas y pasarelas que desde su inauguración la pasada Noche de San Juan son un puro ajetreo. Fueron llegando según iban acabando sus ensayos en el Conservatorio Jesús de Monasterio, con sus instrumentos bien enfundados y las melodías que acaban de preparar aún frescas en sus cabezas.

Son seis de los 65 jóvenes que participan en el Encuentro de Santander Música y Academia que la Fundación Albéniz celebra en la capital de Cantabria desde hace diecisiete años y forman parte de un grupo que vive la música clásica desde distintos países, pero con la misma pasión. Les cuesta expresar con palabras qué es lo que esperan de esta experiencia o qué se podría hacer para que llevar a un mayor número de público a las salas de conciertos, sin embargo, no tienen ningún problema en improvisar unas notas en la pasarela más alta del edificio de Renzo Piano mientras posan para el fotógrafo o de hacerse selfies con los visitantes del Centro que se lo solicitan.
Han llegado a Santander desde Bélgica, Hungría, Polonia, Finlandia, Francia y Madrid y, aunque no pasan de los 25 años ya saben lo que es enfrentarse a un gran auditorio y lo que significa el aplauso del público. En sus currículum no faltan los premios y ya han formado parte de las principales orquestas de sus países. Se podría decir que son la joven élite de la música clásica europea.
Fueron elegidos por Peter Csaba, director artístico de este festival no sólo por sus grandes cualidades como intérpretes. También por su «carácter humano y su gran capacidad para trabajar en grupo.
Estos seis músicos empezaron a tocar desde bien niños y la mayoría procede de hogares melómanos. Estos días conviven, intercambian conocimientos y, además, reciben formación de algunos los mejores instrumentistas del momento. Se les pregunta que se podría hacer para inculcar esa pasión que ellos tienen por la música clásica a nuevos públicos y coinciden en que deben ser los intérpretes los que deben conseguirlo. «Es bueno que los músicos salgamos de las salas de conciertos y empecemos a tocar en otros escenarios más cercanos a la gente», asegura el belga Nicolas Dupont que con 25 años está considerado en su país como uno de los violinistas más activos de su generación. Es la cuarta vez que participa en el Encuentro que dirige Peter Csaba y confiesa que en sus conciertos «procuro dirigirme al público para explicarles cosas de las piezas, sobre todo, cuando son obras del siglo XX o el siglo XXI».
El oboísta español Ángel Luis Sánchez Moreno conoce bien el ambiente del Encuentro. Esta es la segunda vez que participa y en esta ocasión está encantado de coincidir con el maestro Lucas Macías, «un español que ha estado en una de las mejores orquestas del mundo», asegura refiriéndose a la Royal de Amsterdam. Aprovechando esta afirmación se le pregunta por la ‘fuga’ de intérpretes españoles a las orquestas europeas y, aunque cree que «los músicos debemos estar en constante movimiento, porque no es bueno quedarse apalancado en el mismo sitio», reconoce que la falta de «fluidez orquestal en España» les obliga a buscar trabajo fuera. «Las grandes orquestas de Europa están llenas de intérpretes españoles y también los conservatorios. Estamos exportando muchos músicos, pero la cosa está cambiando y creo que dentro de unos cuantas generaciones tendremos un panorama mejor», señala este amante de la música barroca que también forma parte de la Joven Orquesta de Madrid y de los Grupos Barroco y Harmonie y del Trío Mistral.
La húngara Eszter Karasszon se estrena en este Encuentro. Ahora tiene 20 años y practica el violonchelo desde los cinco. «Si se ofreciesen más conciertos habría más gente amante de la música clásica», afirma. Reconoce que la carrera es dura y que hay que compaginar el estudio con otras aficiones. La violinista polaca Karolina Nowotxczynska lo hace con música latina o reggaeton, pero cree que para acercar la música clásica a nuevos públicos «no se debería empezar con compositores complicados o modernos. Yo creo que los románticos son los más adecuados para los iniciados».
Su compositor favorito es Shostakóvich y se se siente afortunada de que una maestro de la categoría de Zakhar Bron le de clase estos días. «Es tan grande esta oportunidad…».
Uno de los participantes más jóvenes en esta edición es el contrabajo Pauli Pappinen. También comenzó a estudiar a los siete años y ha tocado ya en orquestas como la Sinfónica de la Radio Finlandesa, la Filarmónica de Helsinki y la Ópera Nacional Finesa y como contrabajo principal en jóvenes orquestas como Orkester Norden y la Sibelius Academy Symphony Orchestra. Como solista, ha actuado con la Sinfónica de la Radio Finlandesa, Orquesta de Cámara de Ostrobotnia y la orquesta-campamento internacional Kälviä. Además ha tocado música de cámara con Minna Pensola, Tomas Djupsjöbacka, Veli Kujala y Jaakko Luoma. «Yo creo que estamos caminando en la buena dirección y que cada vez hay más público en las salas y más interés por los conciertos. Es difícil no rendirse al gran poder de atracción que tiene la música clásica», asegura.